Las
rocas ígneas (
latín ignis, "fuego") se forman cuando el
magma (roca fundida) se enfría y se solidifica. Si el enfriamiento se produce lentamente bajo la superficie se forman rocas con
cristales grandes denominadas
rocas plutónicas o
intrusivas, mientras que si el enfriamiento se produce rápidamente sobre la superficie, por ejemplo, tras una
erupción volcánica, se forman rocas con cristales invisibles conocidas como
rocas volcánicas o
extrusivas. La mayor parte de los 700 tipos de rocas ígneas que se han descrito se han formado bajo la superficie de la
corteza terrestre. Ejemplos de rocas ígneas son la
diorita, la
riolita, el
pórfido, el
gabro, el
basalto y el
granito.
Las
rocas volcánicas o
extrusivas son aquellas que se formaron por el enfriamiento de la
lava en la
superficie terrestre o bajo el mar. Algunos ejemplos de rocas volcánicas son el
basalto, la
riolita, la
dacita y la
andesita.
Una roca volcánica suele presentar textura
afanítica con los
fenocristales rodeados por una pasta de grano muy fino, generalmente
microscópico. A menudo, se caracterizan por la presencia de
vidrio (materia amorfa) debido a que su enfriamiento es muy rápido. Son frecuentes las
texturas fluidales y las burbujas producidas por el escape de
gas.
Las rocas volcánicas cristalizan formando
coladas de lava (corrientes de lava solidificadas) o
piroclastos. Estas rocas proceden de magmas básicos que poseen una baja cantidad de
sílice (SiO
4), de gases y de otros fluidos.
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